![]() El arak, considerado el licor destilado más antiguo de Oriente Medio, ha permanecido como testigo silencioso de la historia y evolución de toda una región durante más de mil años. Esta bebida transparente, que se transforma mágicamente en un líquido lechoso al añadirle agua, no es simplemente un producto alcohólico, sino un elemento fundamental del patrimonio cultural árabe que ha sobrevivido a imperios, guerras y revoluciones. Además de ser una bebida emblemática de Oriente Medio, el arak representa la sofisticación de los antiguos alquimistas árabes, quienes perfeccionaron el arte de la destilación mucho antes que sus contemporáneos europeos. De hecho, este licor anisado no solamente ha conquistado paladares a lo largo de siglos, sino también ha inspirado numerosas variantes en toda la cuenca mediterránea, desde el raki turco hasta el ouzo griego. Sin embargo, a pesar de estas derivaciones, el auténtico arak mantiene su carácter distintivo y su lugar privilegiado en las mesas y celebraciones de la región levantina. La palabra arak proviene del árabe "عرق" (arāk), que literalmente significa "jugo" o "sudor". Esta etimología resulta particularmente descriptiva, ya que en el contexto de la bebida alcohólica, el término se refiere al líquido destilado obtenido del proceso de fermentación y destilación La raíz "عرق" (ʿaraq) en árabe significa "sudar" o "transpirar", y su asociación con el licor surge porque el proceso de destilación implica la condensación de vapor, que puede asemejarse a gotas de sudor. Por tanto, el "sudor" del destilado se condensa para formar el "jugo" o arak en el recipiente de condensación. El arak ha sido durante siglos la bebida predilecta en la antigua región del Levante y en países de Medio Oriente como Irán e Irak. En Líbano, antes de la revolución industrial, el arak era considerado una bebida noble. Los libaneses adinerados que poseían alambiques producían arak refinado para sus familias y amigos siguiendo recetas guardadas en secreto. La elaboración tradicional del arak constituye un proceso artesanal que ha sido transmitido de generación en generación por siglos. Este método, que combina técnicas antiguas con ingredientes de alta calidad, refleja la rica tradición cultural del Oriente Medio y el profundo conocimiento de la destilación que poseen sus maestros artesanos. El arak representa un elemento central en la vida social y gastronómica del mundo árabe. Esta emblemática bebida trasciende su condición de simple licor para convertirse en un símbolo de hospitalidad, convivencia y tradición. En los países del Cercano Oriente y norte de África, el arak siempre acompaña al mezze, esa deliciosa variedad de platillos que funcionan como entrada tradicional árabe. Este dúo inseparable marca el inicio de cualquier reunión social entre amigos o familiares. El ritual comienza con pequeños tragos de arak y abundantes platillos para picar antes de pasar a la mesa principal. Esta costumbre está tan arraigada que resulta prácticamente imposible encontrar una botella de arak sin que esté rodeada de diversos mezzes. El consumo del arak está regido por normas precisas que reflejan respeto hacia la bebida. Debido a su alto contenido alcohólico y sabor potente, tradicionalmente se diluye con agua, té o jugo. Según la tradición, nunca debe mezclarse directamente con hielo, ya que el choque de temperatura deteriora su sabor característico. El método correcto consiste en mezclarlo cuidadosamente con agua hasta que adquiera su distintivo tono blanco lechoso y solo entonces verterlo sobre los hielos. Otra norma importante: siempre se sirve en vasos pequeños. Se considera de mala educación utilizar copas grandes o llenar demasiado los vasos, pues es una bebida que demanda prudencia y respeto. El arak mantiene un lugar privilegiado en ocasiones de alegría como bodas, fiestas y eventos especiales. Además, es infaltable en las comidas dominicales y días festivos. Sin embargo, nunca está presente en situaciones de tristeza como funerales, periodos de duelo o enfermedad, marcando así una clara distinción entre los momentos de celebración y los de recogimiento. El arak, sin duda, representa mucho más que una simple bebida alcohólica en el contexto de Oriente Medio. A través de los siglos, este licor anisado ha mantenido su lugar privilegiado en la mesa árabe, resistiendo el paso del tiempo y adaptándose a nuevas realidades sin perder su esencia. Ciertamente, su proceso de elaboración artesanal, transmitido de generación en generación, refleja la profunda conexión entre esta bebida y la identidad cultural de toda una región. Aunque cada país mediterráneo ha desarrollado su propia versión —el raki turco, el ouzo griego, el pastis francés, el zibib egipcio o la sambuca italiana—, el arak original mantiene características únicas que lo distinguen. Estas particularidades se aprecian especialmente en su método tradicional de destilación con anís y su ritual de consumo acompañado del mezze. Al final, el arak permanece como testigo de la rica historia del Mediterráneo oriental, un símbolo de hospitalidad y convivencia que trasciende fronteras, religiones y conflictos. Su capacidad para adaptarse sin perder autenticidad demuestra por qué, después de más de mil años, sigue siendo la bebida espirituosa más emblemática de Oriente Medio.
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![]() Seguro que has visto en los lineales de la sección de cosmética de tu supermercado más cercano toda una serie de productos, desde cremas faciales a champús, que dicen contener un producto de propiedades maravillosas: el argán. Como en otros tiempos el aloe o la yoyoba, parece que hoy en día ningún cosmético será efectivo si no contiene argán… pero ¿qué es exactamente este producto? El argán es un pequeño árbol espinoso que crece al sur de Marruecos y que produce un fruto parecido a una ciruela amarilla cuya semilla, del tamaño de una nuez, contiene uno de los aceites más caros del mundo: el aceite de argán. Durante siglos, las mujeres bereberes han recogido pacientemente las semillas de este árbol y las han prensado en frío, obteniendo un aceite que se ha utilizado tradicionalmente para multitud de usos, especialmente sanitarios y cosméticos, pero también como ingrediente indispensable de la cocina marroquí. En los años noventa del siglo pasado, la industria cosmética europea descubrió este aceite y comprobó que contenía unos niveles insospechados de antioxidantes (el doble que los del aceite de oliva, por ejemplo) y que sus propiedades incluían un listado impresionante de aplicaciones: hidratación de la piel, regenerador del cabello, fortalecedor de uñas y pestañas, antimanchas, antiestrías, iluminador, cicatrizante… Rápidamente, el precio del argán empezó a subir debido a la demanda de la industria, ansiosa de novedades y exotismo, alcanzando cifras en la actualidad de hasta 300 euros el litro. Tal fue el éxito de la introducción del producto en el mercado internacional que se empezó a denominar al aceite de argán como “el oro líquido de Marruecos” y rápidamente el gobierno del país norteafricano procedió a proteger las zonas donde crecen los arganes. Como en todo tipo de productos realizados con ingredientes naturales, cuanta más cantidad de aceite contenga el cosmético y cuanto más cuidadosa sea su forma de obtención, de mejor calidad será el aceite resultante, de ahí que los cosméticos elaborados con elevados porcentajes de argán sean especialmente caros. Hay que tener en cuenta que para conseguir un litro de aceite de argán se necesitan entre 30 y 40 kilos de semillas (para producir un litro de aceite de girasol sólo se necesitan entre 3 y 4 kilos de semillas). Pero el aceite de argán no sólo tiene propiedades cosméticas: su uso gastronómico cada vez está más valorado. El aceite virgen extra de argán posee un ligero sabor a frutos secos que lo hace muy indicado para la repostería y los platos de verduras, pollo y pescado, aunque se desaconseja para freir…¡dado su elevado precio! Nutricionalmente cuenta con una elevada dosis de vitamina E y está muy indicado para dietas cardiosaludables, debido a su abundancia de colesterol HDL, el llamado “colesterol bueno”. Aparte de las virtudes del “oro líquido de Marruecos” no está de más subrayar que el árbol del argán se está convirtiendo en una pieza clave para luchar contra los efectos del cambio climático en el norte de África: su resistencia a la sequía y la capacidad de sus raíces para evitar la erosión han propiciado la puesta en marcha un programa de cultivo a gran escala de esta especie para detener el avance del desierto. Autor: Emilio Martín ![]() Del té se podría decir que es una de las bebidas oficiales del Mundo Árabe: del océano Atlántico al Índico todos los países tienen un tipo de té que acompaña a los pueblos árabes a lo largo de sus días, ya sea verano o invierno, recibiendo a un amigo en un momento relajado o antes de comenzar una larga jornada de trabajo. La primera parada en nuestro viaje por los tés del Mundo Árabe será Marruecos. La vida social en el país norteafricano no se puede entender sin su famosísimo té con menta o “shay bin-nana’” (شاي بالنعناع). La base de esta bebida es el té verde, al que se le añade un generoso manojo de menta fresa y azúcar. Antes de ser servido, la persona que sirve el té lo escancia varias veces para mezclar bien los ingredientes, crear espuma y enfriar un poco la bebida.. Los saharauis y mauritanos elaboran el mismo tipo de té pero con menos hierbabuena y algo más amargo. Argelia también consume grandes cantidades de té con hierbabuena y un poco más hacia oriente, en Túnez, el té con menta se sirve infusionado con piñones ligeramente tostados y unas gotas de azahar. Y si el té verde es el monarca indiscutible de los países del Magreb, de Egipto hacia el Índico comienza el reinado del té negro. En el país del Nilo el té más popular es el conocido como “shay sa’idi” (شاي صعيدي), una bebida a base de té negro que se consume a todas horas y se sirve bien azucarado en vasos altos y en ocasiones con hojas de hierba limón, que le dan un toque refrescante y cítrico. En algunas zonas de Egipto se puede pedir una variante de este té mezclado con leche. También es té negro el que se bebe en Sudán y se sirve en cualquier esquina de sus ciudades (en Sudán el té es una bebida eminentemente callejera que se vende en puestos ambulantes), dulce y aromatizado con cardamomo o menta. En Palestina y Jordania el té negro se toma muy a menudo por la tarde e incluso por la noche, aromatizado con salvia o hierbabuena. En la vecina Siria se consume un té basado en una mezcla de flores y hierbas secas, entre las que se encuentran el jazmín, la rosa, la violeta y la manzanilla, entre otras; a esta infusión se le denomina “shay az-zuhurat” (شاي الزهورات). Nuestro viaje acaba en los países del Golfo, como Emiratos o Qatar, donde podremos degustar el “shay alkarak” (شاي الكرك), que nos evocará, no sin motivo, a los tés de la India. Los países árabes bañados por el Índico han mantenido durante siglos estrechos lazos culturales y comerciales con el país del Ganges y eso se nota hasta en la manera de hacer el té. Karak, en lengua hindi significa “fuerte” y el té karak, con su generosa presencia de especias (canela, cardamomo, jengibre, anís…) , no deja indiferente. Se dice que es una variante del Chai Masala indio, pero sin pimienta, y se sirve tras ser preparado a fuego lento con leche y azúcar. La cultura árabe del té es toda una experiencia para los sentidos, y nos proporciona una auténtica y aromática seña de identidad que nos puede decir mucho sobre las sociedades árabes y su manera de entender la vida social. Autor: Emilio Martín El ayuno, la oración, el encuentro con la familia, el esfuerzo por vivir de una manera lo más cercana posible a Dios, marcan los días y las noches de este mes. ¿Quieres aprender comida de Ramadán?
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