Una de las primeras palabras que nos encontramos cuando empezamos a leer en árabe es “halal”. La leemos en los letreros de las carnicerías, en las etiquetas de los productos del súper, en los restaurantes e incluso en la cosmética. Halal es un término árabe que significa “lícito” o “permitido” y su presencia indica a musulmanes y musulmanas qué acciones, alimentos o actitudes son permitidas según la ley islámica. Es interesante remarcar que lo halal no es obligatorio (así, aunque sea halal beber té, si no quieres beberlo, no tienes por qué hacerlo). Uno de los aspectos en los que el término halal tiene más resonancia es en la alimentación. La alimentación halal es una seña distintiva del Islam, ya que los alimentos para los musulmanes estarán permitidos si se cumplen una serie de normas para su elaboración: así, para que un alimento sea halal no puede estar elaborado con carne de determinados animales (el ejemplo más conocido es el cerdo) y hay ciertos animales que deben ser sacrificados según una normativa muy concreta -aves de corral, vacas, carneros, etc- mientras que otros son halal por naturaleza (como el pescado y otros animales marinos). El alcance del término halal va, por otra parte, más allá de la alimentación e impregna la vestimenta, el comportamiento social e incluso las actividades financieras. Así, es halal prestar dinero para comprar un coche o una casa, pero no lo es cobrar intereses. La usura, pues, sería haram, el concepto opuesto a halal y del que hablaremos en las siguientes líneas. Haram es todo aquello que es ilícito o está prohibido por la ley islámica. Para musulmanes y musulmanas serían haram, por contradecir las enseñanzas del Islam, los actos que conlleven asesinatos, robos, falsos testimonios o la usura. También serían haram, por ser considerados impuros, determinados alimentos, el consumo de bebidas alcohólicas, el sexo fuera del matrimonio o los juegos de azar. Por otro lado, haram tiene otra acepción referida a todo aquello que es sagrado y ha de ser inviolable, como los Lugares Santos del Islam o las mezquitas. En estos entornos se espera de los practicantes musulmanes que tengan un comportamiento respetuoso (y suelen requerir para su entrada en los mismos una serie de medidas higiénicas muy concretas). Los términos haram y halal, pese a provenir de la jurisprudencia islámica, aparecen en numerosas expresiones del lenguaje popular. Es el caso, por ejemplo, de la expresión “haram alaik” utilizada comúnmente para expresar desaprobación o disgusto hacia alguien por su comportamiento o acciones. Autor: Emilio Martín
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En el mundo árabe encontramos dos calendarios fundamentales: por un lado, el calendario occidental de doce meses -que también recibe el nombre de calendario gregoriano-, que marca la vida cotidiana y los asuntos administrativos, y por otro lado, el calendario musulmán, que organiza los aspectos religiosos de los practicantes del Islam.
Dependiendo de en qué región del mundo árabe nos encontremos, los meses del calendario occidental pueden recibir distintos nombres. En la zona del Magreb, la denominación de los meses es una adaptación de los meses en francés. Los nombres de los meses quedarían así, con ligeras variaciones según el país: Enero/ يَنايِر / (Yanáyr); Febrero/ فِبرايِر / (Fibráyr), Marzo/ مارس / (Mars), Abril/ أبريل / (Abril), Mayo/ ماي / (Maiu); Junio/ يونيو / Yuniu; Julio/ يوليو /(Yuliu); Agosto/ أغسطس / (Agustus); Septiembre/ سبتمبر /(Sibtámbar); Octubre/ أُكتوبِر / (Uktúbir); Noviembre/ نوفمبر / (Nufámbar); Diciembre/ ديسمبر / (Disámbar) En algunos países orientales (Siria, Palestina, Líbano, Jordania, Iraq) sin embargo, los meses del calendario occidental reciben nombres árabes y nos encontraríamos con las siguientes denominaciones: Enero/ كَانُون ٱلثَّانِي / (Kanuun az-Záni); Febrero/ شُبَاط / (Shubbatt); Marzo/ آذَار / (Adhaar); Abril/ نَيْسَان / (Naysaan); Mayo/ أَيَّار / Ayyaar; Junio/ حَزِيرَان / (Haziraan); Julio/ حَزِيرَان / (Tammuuz); Agosto/ آب / Aab; Septiembre/ أَيْلُول / (Ayluul); Octubre/ تِشْرِين ٱلْأَوَّل / Tishriin al-áwal; Noviembre/ تِشْرِين ٱلثَّانِي / Tishriin az-Zanii; Diciembre/ كَانُون ٱلْأَوَّل / Kanuun al-áwal. Finalmente tendríamos que hablar del calendario musulmán, que marca las festividades y la vida religiosa de los practicantes del Islam en el mundo árabe (que son entre el 75 y el 80% de sus habitantes, dependiendo del país). Al ser un calendario basado en los ciclos lunares, los meses pueden ir cayendo en diferentes estaciones a lo largo de los años. Los nombres de los meses de este calendario son los siguientes: Al Muhárram/ ٱلْمُحَرَّم ;Sáfar/ صَفَر ;Rabi’ al-áwwal/ رَبِيع ٱلْأَوَّل ;Rabi’ az-Zánii/ رَبِيع ٱلثَّانِي; Yumaadaa al-Úla/ جُمَادَىٰ ٱلْأُولَىٰ ;Yumaadaa az-Zániya/ جُمَادَىٰ ٱلثَّانِيَة ; Rayab/ رَجَب ;Sha’aban/شَعْبَان ;Ramadán/ رَمَضَان ; Sháwwal/ شَوَّال ;Dhu al-Qa’ada/ ذُو ٱلْقَعْدَة ; Dhu al-Hiyya/ ذُو ٱلْحِجَّة Hace aproximadamente 2452 años, Herodoto mencionaba en su obra Historia a la diosa Alilat, la más poderosa deidad del panteón de las tribus árabes. Alilat era, en realidad, Al-Lat, la diosa Sol, fuente de la vida, a la que los árabes nómadas dedicaban ofrendas, sacrificios y santuarios. Ninguna lengua de aquel tiempo utilizaba “al” al comienzo de un nombre, así que en esta mención del historiador griego tendríamos la primera pista de la existencia del árabe: hace nada más y nada menos que ¡24 siglos! La lengua Árabe pertenece al grupo de las lenguas semíticas entre las que se encuentran el hebreo y el arameo. Ya era utilizada por algunas de las tribus que habitaban en el valle de la mítica Petra, 600 años antes de nuestra era y se hablaba junto a otras lenguas en las amplias plazas de Palmira bajo el gobierno de la reina Zenobia, 300 años antes de Cristo. El Árabe fue también la lengua del poderoso reino de la tribu Kinda, originaria del Yemen y que controló todo el centro de Arabia desde el siglo II al VI dC. A esta tribu pertenecía el famoso poeta Imru’ al Qays, conocido también como el Rey Errante debido a que su vida estuvo marcada por sus viajes a lo largo y ancho de Arabia buscando aliados que le ayudaran a vengar la muerte de su padre. Los poetas de la época de Imru’l Qays utilizaban sus versos para alabar o atacar a las tribus vecinas y competían entre ellos buscando la mejor metáfora, la imagen más evocadora o la métrica más rigurosa; aunque su poesía se creaba para ser recitada en público, algunas composiciones, según cuenta la tradición, adquirían el honor de ser bordadas en oro sobre tejido de lino y colgadas en ubicaciones de honor, como la mismísima Ka’aba de la Meca. Pero más allá de la leyenda, lo cierto es que de los primeros ochocientos años de la lengua árabe apenas conservamos referencias indirectas y un puñado de nombres grabados en lápidas de piedra en alfabeto nabateo y griego, ya que la lengua árabe no se escribía. Habrá que esperar hasta la llegada del Islam para que el árabe reciba el gran impulso que lo convertiría en un idioma de trascendencia internacional. Tras la muerte de Muhammad, sus seguidores se apresuraron en dejar por escrito -ya fuera sobre piedra, pieles o huesos de animales- todo aquello que el profeta de la Meca les había transmitido y que había ido dando forma a un texto sagrado: el Corán . Décadas después, los estudiosos de la lengua árabe del siglo VIII, fijaron las normas de la lengua, configurando lo que hoy en día llamamos Árabe Clásico. Es así como el árabe se convirtió en la lengua por excelencia de funcionarios, escritores y científicos de Córdoba a la India hasta bien entrado el siglo XIII. Aquel idioma que escuchaba hablar la emperatriz Zenobia de Palmira entre algunas de las tribus de su reino hace más de dos mil años es hoy en día lengua oficial en 20 estados y cooficial en seis más, siendo la lengua materna de casi trescientos millones de personas, la segunda lengua de otros 200 millones y la lengua litúrgica de 1900 millones de musulmanes. El 18 de diciembre de 1973 el idioma árabe se convirtió en una de las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas. Emilio Martín Estudillo |
AutorEquipo de Árabe al día Archivos
Diciembre 2023
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